Tarde de un
tranquilo domingo. Y así, en mi tranquilidad, de tranquilo domingo, recordé por
puro azar, lo mucho que en alguna época me gustó Wikipedia.
Cuando tenía dieciséis
años y vivía en Cuba, tuve la suerte (¡wow, qué suerte!) de tener Intranet en
mi casa. Intranet significa acceso solamente a páginas de la red local.
Teniendo en cuenta que no habían páginas en la red cubana, pues lo único que yo
podía hacer era enviar y recibir correos (¡wow, qué suerte, repito!). Hasta un
día, que maravillosamente habilitaron el acceso a esa enciclopedia quasi dieciochesca… ilustrada… el
proyecto que tanto quisieron Diderot, Rousseau y hasta el mismísimo Jean Le
Rond D’Alembert. Cuando éste último
estaba creando su enciclopedia, seguro tenía en mente ésta, la enciclopedia que
tenemos hoy llamada Wikipedia.
Pero bueno, no
me desviaré hablando sobre los iluministas franceses.
Entonces, así
de la nada, me he acordado de Wikipedia. Y lo sabia que me volví en esos años. Sabia
y feliz. Porque todo en esa gran enciclopedia llamada Wikipedia estaba reducido
a las cuartillas necesarias, máximo veinte, para llenarte la cabeza de una
deliciosa mezcla entre avidez de conocimiento y plenitud ante lo aprendido en tan
corto tiempo. Más directo aún: uno se sentía satisfecho. Yo me sentía
satisfecha. Y pensé que así, quizás
sería la dinámica ante el conocimiento. Y sentí más satisfacción. Al
sentimiento de satisfacción, se sumó la tranquilidad. ¡Qué lindo!
Hasta el día en
que quise saber más de un tema. Y más y más. Y el tema se fue tornando oscuro.
Y mi mente también. Mis párpados demasiado grandes, mi nuca demasiado cansada.
Y lo mismo cuando quise conocer más de veinte cuartillas a las personas.
Entonces se me cansaron las piernas, la lengua me creció hasta arrastrarse, se
me marcaron los pómulos del rostro, desapareció mi nariz, se tupieron mis
cejas, mi cara terminó siendo otra.
Veinte
cuartillas. Veinte cuartillas es lo único que necesitamos saber de cada cosa y
de cada quién para mantenernos lozanos y felices. Veinte cuartillas para que no
te cambie el rostro. Para que nuestra sombra no crezca más que nosotros.
En fin, gracias por leerme.
A nosotros nos basta el Gato para conocerte. No nos dejes nunca más!